Trinta Lumes: la fascinación de lo invisible

"La película es misterio, milagro y revelación.
Sugerente y en efecto, sonámbula"

Por Luis Martínez. Diario El mundo

La cualidad de lo sonámbulo le pertenece a un estado intermedio que no es ni sueño ni vigilia. No es del todo realidad porque sólo lo que se alimenta del deseo importa. Pero tampoco quiere la indecisión de lo irreal porque se sabe parte de lo que vive. Trinta lumesse adentra en la sierra gallega del Caurel, en Lugo, para hablar de una tierra y un tiempo que pelean por sobrevivir.

Sobre la pantalla se enreda un pasado castigado por el olvido con la certeza de un futuro incierto. Se trata de hacer coincidir la aventura equinoccial de las tres decenas de niños, las 30 luces que anuncia el título y que aún pueblan la región, con la multitud de historias, mitos y fábulas que bajan por la montaña en forma de niebla. Es cine sin tiempo. Es cine de hoy que habla de lo que nos sucede con la misma evidencia que se quiere manifiesto de lo que vendrá y memoria de lo que se desvanece. Es cine no tanto de lo que se ve como de lo que se esconde. Es misterio, milagro y revelación. Sugerente y, en efecto, sonámbula.

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